martes, 7 de octubre de 2014

LA FÍSICA ES LA BASE, EL ESPÍRITU EL LÍMITE (MIguel Gonzalez Ramos)

Golpeamos, o solo tiramos el puño?

Aquel que conozca la técnica detrás de, por ejemplo, gyaku tsuki, se habrá percatado ya de que la fuerza con la que se golpea es superior a un simple lanzamiento del puño, pero tal vez pocos se hayan parado a pensar en el por qué. 

El secreto, evidentemente está en la técnica. En la técnica, y en la física. Analicemos pues, qué es lo que vuelve al gyaku tsuki un arma imprescindible en el arsenal de todo artista marcial. El secreto está en la fórmula que define la segunda ley de Newton (F=m*a). Es decir, que la fuerza de un cuerpo, es igual a la masa del cuerpo por la aceleración que experimenta.

Por lo tanto, cuando simplemente lanzamos el puño, la masa que golpea es la del propio puño, y la aceleración, es la que podamos lograr con el brazo.

Pero lo que ofrece la técnica es aumentar estos parámetros. Si desglosamos la técnica, encontramos:
-El movimiento del puño.
-Un giro de cadera.
-Hikite o recogida del puño opuesto.
-Un pequeño paso hacia adelante.
-La mayoría, dejan caer un poco la
cadera al golpear.
- Mantener el tronco recto, con la
cabeza levantada y mirada al frente, hacia el objetivo
-Y, por último, pero no menos importante, ambos pies están completamente apoyados en el suelo.

Todos estos movimientos están destinados a aumentar la aceleración del puño, es decir, que no se utiliza solo el puño para golpear, sino el cuerpo entero. Y este hecho, a su vez, al acompañar el gyaku tsuki con todo el cuerpo, la mayor parte de la masa de este, entra en
juego en el golpe. Es decir, tanto la masa como la aceleración, aumentan, y por tanto, así lo hará la fuerza.

Desglosada la técnica, la diferencia entre “lanzar el puño” o un gyako tsuki es evidente. Por qué se diferencian en la misma esencia del golpe. El primero es un golpe con el puño. El segundo es un golpe con todo el cuerpo que impacta a través del puño.

Pero se debe tener un factor más en cuenta, este en relación a la tercera ley de Newton “toda acción, conlleva una reacción equivalente y opuesta”. Para esto es importante plantar bien los pies en el suelo.

En el momento del impacto, el cuerpo del oponente lanzará contra tu cuerpo una fuerza en relación a la que hayas ejercido tú (tengamos en cuenta que si lo esquiva o amortigua, la fuerza que devuelve es menor), esta fuerza viajará a través del cuerpo hacia las piernas y
el suelo, los cuales la irán amortiguando rápidamente. Y después nuevamente el suelo la devuelve.

Sin embargo, si apoyamos ambos pies en el suelo completamente en lugar de las puntas, reducimos la amortiguación que se crea, y con ello crece la fuerza que el suelo vuelve a enviar a través de tu cuerpo. Y no solo eso, sino que al dejar caer un poco la cadera, lanzamos un golpe de fuerza hacia el suelo, que aumentará aún más la fuerza que el suelo
devuelva. Y toda esta fuerza, se suma a la fuerza ya conseguida por los otros medios.

Desglosado aquí punto por punto, parece fácil, ¿no? Nada más lejos. En primer lugar, la coordinación de todos esos pequeños movimientos y detalles requiere una gran cantidad de entrenamiento. Y además, el cuerpo del guerrero debe poder soportar el amasijo de fuerzas que se forma en su interior por un instante, o podría acabar incluso más dañado que el oponente.

La física es la base. El espíritu es el límite.

Mi más sincero agradecimiento a Miguel Gonzalez, compañero del gimnasio, por este artículo aportado al Blog.





Osss!!!

1 comentario:

  1. Gracias a ti, Juanjo, por permitirme participar en este proyecto.
    Espero con ganas siguientes entradas.

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